Una pregunta que ronda en estos días es acerca de cómo lograr el fortalecimiento de la inmunidad. En el cuerpo humano existen dos tipos de inmunidad, la innata con la que uno nace y la adquirida, que es la formativa, la de los linfocitos, que son las células encargadas de producir moléculas en respuesta a elementos extraños para nosotros como los microorganismos. Lo cual, lo hacen de manera muy elaborada a través de la formación de anticuerpos. Esta función es consecuencia de un desarrollo evolutivo de millones de años, siendo una de las tres principales funciones del organismo. Llegar a este punto, al ser humano le permite identificar 1 de entre 1000 millones de tipos de moléculas, dar una respuesta específica y tener la memoria inmune suficiente para enfrentar al mismo microorganismo. Tener una buena inmunidad es sinónimo de salud en el cuerpo y ser sano, no se trata de la ausencia de la enfermedad, sino que gobierne en nosotros un equilibrio físico, emocional y mental. Sin embargo, el propósito de esta nota no es la prescripción ideal que repase todos los niveles del cuerpo, sino centrarnos específicamente en la inmunidad.

En la medicina hospitalaria no se dispone de medicamentos que estimulen o fortalezcan la inmunidad para uso rutinario en la consulta. Sí se dispone de la inmunoterapia, por ejemplo, para el cáncer, en donde se estimula la respuesta de los linfocitos contra algunos elementos extraños de las células tumorales. Es bueno recordar que la respuesta inmune tiene entre sus funciones diferenciar lo propio de lo extraño y, una célula tumoral no corresponde a algo propio. Sin embargo, estos medicamentos, obedeciendo al diseño farmacológico, tienen como fin, estimular una parte específica de la inmunidad y no constituye un inmunoregulador de toda la respuesta inmune. La respuesta inmune no solo se trata del linfocito T; es del B, de las células NK, del macrófago, del neutrófilo, del sistema del complemento, del sistema MBL, de las interleucinas, entre otros componentes. Por ello, si seguimos el diseño farmacológico, no encontraremos un medicamento “para la inmunidad”, de la misma forma que no habrá “para el hígado” ni “para el pulmón”, etc. En la fitoterapia, en cambio, lo que se pierde de especificidad y, que puede ser útil en otros contextos, le sobra en la cobertura de acción. Solo en una planta medicinal puede existir cientos de fitoquímicos, y el logro de su acción, muchas veces se debe a la sinergia entre los diversos componentes como triterpenos, betaglucanos, quercetinas, y un largo etc. Entre los productos que describen esta función inmunoreguladora tenemos el ganoderma, el astragalus, el cordyceps, entre otros, sin embargo, el contexto que motiva escribir esta nota, es uno en el que a las personas se les ha restringido, por el bien común, la inmovilización social obligatoria, por lo que la recomendación se centrará en el medicamento más preciado y disponible: el alimento. Para ello, nada mejor que aplicar la didáctica de la Medicina China, que puede ver lo específico integrando lo sistémico.

El pulmón, en la Medicina China tiene que ver con la fuerza física, la fuerza corpórea, y que se resumen en la esencia yin. El pulmón, junto con el bazo-páncreas, forman parte de lo que se denomina “Tai Yin” y en nuestro organismo permite la comunicación de lo interno hacia lo externo y ambos tienen que ver con la respuesta inmunitaria. La energía del cuerpo tiene que ver con el ritmo de la respiración y de allí que es importante el Qi del pulmón. La energía se adquiere también desde nuestra alimentación, lo que va en relación directa con el Qi del bazo-páncreas. Esto quiere decir que regular el bazo-páncreas junto al pulmón es la clave inicial para nuestra energía corpórea. Cuando una persona pierde profundamente la esencia yin o el Qi del pulmón, lo notaremos con la pérdida de su voz, sin fuerzas, en un estado asténico. Por el otro lado, cuando existe una enfermedad autoinmune, con exceso de respuesta inmune hacia nuestro cuerpo, se suele trabajar en los meridianos de acupuntura que involucran el pulmón y el bazo-páncreas. Nos toca centrarnos en aquellos alimentos que promuevan el Qi del bazo-páncreas y del pulmón.

El bazo páncreas en Medicina China se nutre con lo dulce, lo cual no significa la azúcar refinada, el pan o la mermelada, porque ello, más bien, congestiona su función. Se refiere, más bien, a los carbohidratos como la papa, el arroz, la zanahoria, la calabaza. si usted ya presenta una deficiencia del bazo-páncreas (diarrea crónica, edema, heces con alimentos no digeridos, cansancio con aversión al frío), se recomienda que los alimentos estén cocidos para favorecer su digestión y complementar con alimentos cálidos o hierbas aromáticas como el hinojo. En el caso del pulmón, alimentos que nutren serán los vegetales frescos, raíces como el rábano, el wheat grass, granos como la quinua, proteínas como frijoles y carne magra como el conejo, cuy, y si no es disponible ahora, el pollo. Si ya hubiera una deficiencia del Qi del pulmón (sudoración nocturna, debilidad) el sabor ácido astringe y mejora su función, asimismo, la avena, el kion, la almendra, la nuez, las uvas y el plátano también ayudan. Como puede ir intuyendo, si usted tiene alguna deficiencia u otro síndrome acorde a la Medicina China, deberá primera tratarse de ello, antes de pensar en la alimentación para la inmunidad. Sindromes tales como el de “estancamiento del hígado”, el de “estasis de sangre del corazón”, “exceso de yang del corazón”, “humedad del bazo”, “vacío del yin del riñón” tienen sus propias características clínicas, diagnóstico por el pulso y la lengua y tendrán su propia indicación dietaria. Sin embargo, si usted es joven y totalmente asintomático (sin problemas de sueño, ni de digestión, ni de debilidad, ni de su temperatura, etc), entonces sí que debe de nutrir su Tai Yin para nutrir su inmunidad en forma equilibrada, sin excesos ni deficiencias. Asimismo, la prevención no solo se centra en el alimento, sino en la promoción de un correcto funcionamiento de estos órganos, que en algunas circunstancias se pueden afectar, por ejemplo, por influencia afectiva-emocional, por ello, será importante la nutrición emocional junto con la corporal.

Dr. Edwin Castillo Velarde